Tener una idea no basta. Hay que llevarla a cabo. Quizás sea una máxima que se asocia con emprendimientos empresariales, pero también tiene mucho que ver con el desarrollo estratégico científico de un país.
Ciencia y empresa tienen una larga tradición de apoyo mutuo en países desarrollados, en donde es común que las grandes universidades establezcan centros de investigación en conjunto con compañías que necesiten solucionar algunos puntos de su proceso productivo. Incluso más: constituyen emprendimientos empresariales conjuntos que patentan los descubrimientos y los comercializan siendo todos los actores beneficiados.
Éste es uno de los objetivos de la iniciativa de Consorcios Tecnológicos Empresariales de Investigación, también conocida como Consorcios Tecnológicos, que constituye el máximo esfuerzo nacional desplegado para generar investigación científica y tecnológica de vanguardia, que permita finalmente ampliar el desarrollo económico y productivo de Chile.
Para Andrés Benavides, coordinador de concurso Conicyt, "los consorcios son el espacio donde entidades tecnológicas, incluidas las universitarias y empresariales, se asocian para abordar conjuntamente desafíos productivos que requieren de investigación científica, así como nuevas oportunidades de negocios tecnológicos", dice.
"Esta línea permite completar un paquete de instrumentos de financiamiento público dirigido al desarrollo de ciencia y tecnología con aplicabilidad en el sector productivo, entregando hasta cinco millones de dólares para cinco años, para el desarrollo de consorcios tecnológicos con impacto sectorial", dice Jorge Yutronic, director de Fondef.
Nuevos socios
Pedro Sierra, director ejecutivo de Innova Chile, afirma que este tipo de programas busca la asociatividad oportuna entre capacidades tecnológicas (universidades, centros e institutos tecnológicos) y empresariales.
"Su justificación proviene de dos hechos básicos: que el sector empresarial productivo chileno no ha incorporado activamente la innovación como parte de sus estrategias de desarrollo de competitividad, lo que se refleja en los indicadores disponibles de la participación privada en este ámbito; y que las entidades tecnológicas normalmente están proponiendo líneas de trabajo para la investigación de acuerdo al estado actual de sus capacidades y a una evaluación propia de los desafíos científico-tecnológicos que deben abordarse", afirma.
Sierra advierte que en muchos casos los resultados de su trabajo no apuntan a la resolución de problemas con aplicabilidad productiva y que tampoco es posible el uso y orientación por parte de los sectores productivos de las capacidades tecnológicas existentes en el país.
En este contexto, agrega el director ejecutivo de Innova Chile, la participación empresarial activa, bajo el esquema de consorcios tecnológicos empresariales, garantiza la pertinencia y la utilidad de los resultados que se busca alcanzar con los programas y proyectos propuestos.
"Esto se corresponde con el aporte financiero empresarial que hace posible el financiamiento total de los proyectos y programas. Finalmente, este tipo de esquemas permite un adecuado control y monitoreo de los recursos invertidos, así como del trabajo de las entidades tecnológicas involucradas", dice Sierra.
El Estado de Chile, a través de sus agencias Corfo, FIA y Conicyt, esta última en la ejecución del Programa Bicentenario de Ciencia y Tecnología, ha dispuesto en esta convocatoria de un total cercano a los 20.000 millones de pesos para el financiamiento, por un lapso de hasta cinco años, de consorcios tecnológicos.
Adicionalmente, otros casi 15.000 millones de pesos son aportados por las empresas y las entidades tecnológicas participantes. Se espera que todo consorcio establecido bajo este parámetro debiera dar origen a una empresa, la cual realizará durante su funcionamiento investigación de excelencia con aplicabilidad en el sector productivo; adopción, transferencia y difusión de los resultados de la investigación, y formación e inserción de capital humano altamente calificado en áreas de importancia para la industria y las regiones de Chile.
"Por lo tanto, los consorcios darán origen a nuevo conocimiento en sus áreas específicas de actuación, que permitirá la generación de patentes y otros activos intelectuales, así como, en algunos casos, la creación de nuevas empresas tecnológicas", dice Benavides.
Paralelamente, agrega el funcionario de Conicyt, los consorcios potenciarán la formación de nuevos científicos, como también la actualización de los profesionales y tecnólogos de las empresas.
"Debido al trabajo de los consorcios, las empresas de los sectores económicos involucrados tendrán acceso a nuevos avances que elevarán la competitividad de su industria, permitiéndole a Chile ampliar su desarrollo", agrega.
Para Sierra, uno de los resultados que se esperan es la puesta en marcha de programas y proyectos precompetitivos que apuntan a resolver un conjunto de problemas relevantes para empresas y sectores productivos locales.
"Se espera la obtención de resultados de alto valor tecnológico y económico que faciliten el desarrollo de la competitividad futura de los actores productivos participantes", sostiene Sierra.
Y agrega: "Es importante hacer notar que la velocidad del desarrollo tecnológico en ciertas áreas, como biotecnología por ejemplo, hacen peligrar las actuales ventajas comparativas con que cuentan algunos sectores de alto dinamismo en Chile. Su trabajo en este tipo de programas los pone en carrera frente al proceso de desarrollo tecnológico que hoy protagonizan sus competidores a nivel mundial".
Los primeros resultados
La convocatoria 2004 está en su etapa final, habiendo seleccionado para su financiamiento nueve proyectos de consorcios.
De dar éstos cumplimiento satisfactorio a las condiciones de adjudicación que se les han planteado será posible financiar y crear los primeros Consorcios Tecnológicos Empresariales de Investigación, que a través de la asociación entre los mejores grupos científicos del país con las empresas usuarias de la investigación (que aportarán recursos frescos por más de 7 mil millones de pesos) traerá un fuerte desarrollo a sectores exportadores mediante la Biotecnología aplicada a Nuevas Variedades de Frutas, la Genómica Forestal, el Desarrollo del Cluster de la Leche, y la Biotecnología aplicada a la Vitivinicultura como también a sectores emergentes como la Química de Bioproductos de Valor Agregado, la Aeronáutica de Aviones No Tripulados y el Desarrollo de Nuevos Tratamientos en Cáncer de alta incidencia en Chile.
Ciencia y empresa tienen una larga tradición de apoyo mutuo en países desarrollados, en donde es común que las grandes universidades establezcan centros de investigación en conjunto con compañías que necesiten solucionar algunos puntos de su proceso productivo. Incluso más: constituyen emprendimientos empresariales conjuntos que patentan los descubrimientos y los comercializan siendo todos los actores beneficiados.
Éste es uno de los objetivos de la iniciativa de Consorcios Tecnológicos Empresariales de Investigación, también conocida como Consorcios Tecnológicos, que constituye el máximo esfuerzo nacional desplegado para generar investigación científica y tecnológica de vanguardia, que permita finalmente ampliar el desarrollo económico y productivo de Chile.
Para Andrés Benavides, coordinador de concurso Conicyt, "los consorcios son el espacio donde entidades tecnológicas, incluidas las universitarias y empresariales, se asocian para abordar conjuntamente desafíos productivos que requieren de investigación científica, así como nuevas oportunidades de negocios tecnológicos", dice.
"Esta línea permite completar un paquete de instrumentos de financiamiento público dirigido al desarrollo de ciencia y tecnología con aplicabilidad en el sector productivo, entregando hasta cinco millones de dólares para cinco años, para el desarrollo de consorcios tecnológicos con impacto sectorial", dice Jorge Yutronic, director de Fondef.
Nuevos socios
Pedro Sierra, director ejecutivo de Innova Chile, afirma que este tipo de programas busca la asociatividad oportuna entre capacidades tecnológicas (universidades, centros e institutos tecnológicos) y empresariales.
"Su justificación proviene de dos hechos básicos: que el sector empresarial productivo chileno no ha incorporado activamente la innovación como parte de sus estrategias de desarrollo de competitividad, lo que se refleja en los indicadores disponibles de la participación privada en este ámbito; y que las entidades tecnológicas normalmente están proponiendo líneas de trabajo para la investigación de acuerdo al estado actual de sus capacidades y a una evaluación propia de los desafíos científico-tecnológicos que deben abordarse", afirma.
Sierra advierte que en muchos casos los resultados de su trabajo no apuntan a la resolución de problemas con aplicabilidad productiva y que tampoco es posible el uso y orientación por parte de los sectores productivos de las capacidades tecnológicas existentes en el país.
En este contexto, agrega el director ejecutivo de Innova Chile, la participación empresarial activa, bajo el esquema de consorcios tecnológicos empresariales, garantiza la pertinencia y la utilidad de los resultados que se busca alcanzar con los programas y proyectos propuestos.
"Esto se corresponde con el aporte financiero empresarial que hace posible el financiamiento total de los proyectos y programas. Finalmente, este tipo de esquemas permite un adecuado control y monitoreo de los recursos invertidos, así como del trabajo de las entidades tecnológicas involucradas", dice Sierra.
El Estado de Chile, a través de sus agencias Corfo, FIA y Conicyt, esta última en la ejecución del Programa Bicentenario de Ciencia y Tecnología, ha dispuesto en esta convocatoria de un total cercano a los 20.000 millones de pesos para el financiamiento, por un lapso de hasta cinco años, de consorcios tecnológicos.
Adicionalmente, otros casi 15.000 millones de pesos son aportados por las empresas y las entidades tecnológicas participantes. Se espera que todo consorcio establecido bajo este parámetro debiera dar origen a una empresa, la cual realizará durante su funcionamiento investigación de excelencia con aplicabilidad en el sector productivo; adopción, transferencia y difusión de los resultados de la investigación, y formación e inserción de capital humano altamente calificado en áreas de importancia para la industria y las regiones de Chile.
"Por lo tanto, los consorcios darán origen a nuevo conocimiento en sus áreas específicas de actuación, que permitirá la generación de patentes y otros activos intelectuales, así como, en algunos casos, la creación de nuevas empresas tecnológicas", dice Benavides.
Paralelamente, agrega el funcionario de Conicyt, los consorcios potenciarán la formación de nuevos científicos, como también la actualización de los profesionales y tecnólogos de las empresas.
"Debido al trabajo de los consorcios, las empresas de los sectores económicos involucrados tendrán acceso a nuevos avances que elevarán la competitividad de su industria, permitiéndole a Chile ampliar su desarrollo", agrega.
Para Sierra, uno de los resultados que se esperan es la puesta en marcha de programas y proyectos precompetitivos que apuntan a resolver un conjunto de problemas relevantes para empresas y sectores productivos locales.
"Se espera la obtención de resultados de alto valor tecnológico y económico que faciliten el desarrollo de la competitividad futura de los actores productivos participantes", sostiene Sierra.
Y agrega: "Es importante hacer notar que la velocidad del desarrollo tecnológico en ciertas áreas, como biotecnología por ejemplo, hacen peligrar las actuales ventajas comparativas con que cuentan algunos sectores de alto dinamismo en Chile. Su trabajo en este tipo de programas los pone en carrera frente al proceso de desarrollo tecnológico que hoy protagonizan sus competidores a nivel mundial".
Los primeros resultados
La convocatoria 2004 está en su etapa final, habiendo seleccionado para su financiamiento nueve proyectos de consorcios.
De dar éstos cumplimiento satisfactorio a las condiciones de adjudicación que se les han planteado será posible financiar y crear los primeros Consorcios Tecnológicos Empresariales de Investigación, que a través de la asociación entre los mejores grupos científicos del país con las empresas usuarias de la investigación (que aportarán recursos frescos por más de 7 mil millones de pesos) traerá un fuerte desarrollo a sectores exportadores mediante la Biotecnología aplicada a Nuevas Variedades de Frutas, la Genómica Forestal, el Desarrollo del Cluster de la Leche, y la Biotecnología aplicada a la Vitivinicultura como también a sectores emergentes como la Química de Bioproductos de Valor Agregado, la Aeronáutica de Aviones No Tripulados y el Desarrollo de Nuevos Tratamientos en Cáncer de alta incidencia en Chile.
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